jueves, 31 de enero de 2008

Más que un juego

La inflación llegó al fútbol argentino. El Comité Ejecutivo de la AFA anunció, oficialmente, un importante aumento en el precio de las entradas pupulares en las cinco categorías del fútbol argentino.

En Primera División, una entrada general costaba 14 pesos pero, a partir de la primera fecha del Clausura - pautada para el próximo viernes 8 de febrero - pasará a costar $24, un 71% más que al finalizar el año 2007. Lo mismo ocurrirá con todas las categorías de ascenso, donde el aumento alcanzó el 50% (antes $12 ahora $18).

Está claro (una vez más) que la intención de los dirigentes que conducen al fútbol es alejar aún más a la familia, al hincha común, de los estadios. Porque, lo indignante de esto es que la gente pagará más por un espectáculo que no lo vale.

Más allá del nivel mediocre que, últimamente, vemos en el fútbol argentino, la falta de seguridad, la mala organización tanto al ir a comprar una entrada como al momento de ingresar a ver el partido, estadios que en la mayoría de los casos tienen una infraestructura desastrosa (tribunas de tablones y baños poco higiénicos, por ejemplo) y un sin fin más de falencias que podría seguir enumerando no seducen al espectador a la hora de elegir ir a ver fútbol como un buen programa para el domingo.

Vivimos una época en la cual lo “mediático” o “marketinero” supera esa vivencia especial de disfrutar de la experiencia misma que es un partido de fútbol en el lugar donde acontece, junto a los miles de hinchas que acompañan a uno y otro equipo.

Tendré que arreglármelas, entonces, para disfrutar del fútbol en el microclima que es mi cuarto o el living de mi casa. Aunque, tarde o temprano, lo más probable es que adapte mi bolsillo a esta realidad… Internamente, se que no dejaré de admirar al fútbol como deporte mismo, por más que lo hayamos convertido sólo en un negocio millonario.

jueves, 10 de enero de 2008

DIARIO DE UNA MUJER HACIENDO DIETA


Me llegó este texto por mail... curiosamente, el lunes retomé mi tratamiento de nutrición luego de casi dos meses de desbarrancar por completo. ¿Habrá algo oculto entre líneas? ¿O será una simple casualidad? De más está aclarar que tengo hambre, por eso la foto...

Querido Diario:

Hoy comencé a hacer dieta, preciso perder ocho kilos. El médico me aconsejó escribir un diario donde debo colocar mi alimentación y hablar de mi estado de ánimo. Me siento de vuelta en la adolescencia pero estoy muy entusiasmada con todo. Por más que la dieta sea dolorosa, cuando consiga entrar en ese vestidito negro maravilloso, va a estar todo perfecto.

Primer día de dieta.
Un pedazo de queso blanco. Un tazón de cereales diet. Mi humor está maravilloso. Me siento más liviana. Un leve dolor de cabeza tal vez...

Segundo día de dieta.
Una ensaladita rápida. Algunas tostadas y un vaso de yoghurt. Aún me siento maravillosa. La cabeza me duele un poquito más fuerte, pero no es nada que una aspirina no pueda solucionar.

Tercer día de dieta.
Me desperté en el medio de la madrugada con un ruido extraño...
Creí que era un ladrón, pero después de un tiempo me di cuenta que era mi estómago... Tomé un litro de té... Estuve meando el resto de la noche.
Anotación: SUPRIMIR té de manzanilla.

Cuarto día de dieta.
Estoy comenzando a odiar la ensalada. Me siento una vaca mascando pasto.
Estoy un poco irritada, pero creo que es el tiempo... Mi cabeza parece un tambor...
Mi compañera de trabajo comió una torta alemana hoy en el almuerzo. Pero yo resistí.
Anotación: ¡Odio a mi compañera de trabajo!

Quinto día de dieta.
Juro por Dios que si yo veo un pedazo más de queso blanco enfrente, ¡vomito! Mi almuerzo: una ensalada, parecía reírse en mi cara...
Preciso calmarme y volverme a concentrar. Compré una revista con Dolores Barreiro en la tapa. Mi meta. No puedo perder el foco.

Sexto día de dieta.
Estoy muerta. No dormí nada y, lo poco que conseguí, soñé con un flan de vainilla. Mato por un pedazo de alfajor...

Séptimo día de dieta.
Fui al médico... Adelgacé 250 gramos. ¡¡¡¡Es una joda!!!!! Toda la semana comiendo pasto, sólo me faltó mugir ¡y perdí 250 gramos!
Él explicó que es normal. La mujer demora más en adelgazar, más a mi edad...
¡¡¡El Hijo de puta me llamó gorda y vieja!!!!
Anotación: Buscar otro médico.

Octavo día de dieta.
Fui despertada hoy por un pollo asado. ¡Lo juro! Él estaba en la punta de la cama, bailando can-can.
Aclaración: Mis compañeros de trabajo me empezaron a mirar raro...

Noveno día de dieta.
Hoy no fui a trabajar. El pollo me volvió a despertar, esta vez con la danza del vientre. Pasé el día viendo tele. Existe un complot. Todos los canales son de cocina. Enseñaban a hacer tarta de frutillas, lasaña y selva negra...
Anotación: Comprar otro control remoto, lo tiré por la ventana.

Décimo día de dieta.

¡¡¡¡Dolores Barreiro es una hueca!!!!

Décimoprimer día de dieta.
La balanza no se mueve… ¡Ella no se mueve! ¡No perdí un mísero gramo! Comencé a reírme a carcajadas. Asustado, el médico, sugirió un psicólogo. Creo que llegó a decir psiquiatra. ¿Será porque yo lo amenacé con un bisturí?
Anotación: No vuelvo más al médico, el pollo me dijo que cree que es chanta.

Décimo segundo día.
No estoy más a dieta. Enojadísima con el pollo, ¡me lo morfé!

jueves, 3 de enero de 2008

Bendito infierno


El segundo día del año padecí en carne propia las nefastas consecuencias de la crisis energética que azota a la Argentina. Mientras nuestro Buenos Aires ¿querido? ardía a 40º centígrados a la sombra, el sistema colapsó (una vez más, y van…) y varias zonas de la capital quedaron sin luz, agua y gas. Una de ellas fue Palermo, barrio en el que se ubica la oficina donde trabajo.

Cinco horas sin aire acondicionado, rodeada de 25 personas y con un pleno sol amenazante penetrando por las ventanas son mucho más de lo que cualquiera de nosotros pudo soportar. Un aire demasiado tenso nos provocó desde un hostil humor hasta mareos, bajones de presión e, incluso, desmayos.

Si bien existen algunos programas y acciones aisladas impulsadas desde el gobierno para lograr concienciar a la población y cambiar los hábitos de consumo, nada parece ser eficiente o sostenible en el tiempo.

Está más que claro que ninguna persona puede darse el lujo de prescindir de este recurso natural que es la energía. Pero, ¿qué creés que podemos hacer los consumidores para combatir este caos? ¿Alcanza con adelantar nuestros relojes una hora y recibir el año antes que el resto de nuestros vecinos latinoamericanos con el objetivo de ahorrar? Porque parece que los argentinos somos tan egocéntricos que hasta tenemos que ser los primeros en descorchar champagne y tirar cañitas al aire, y por eso le dimos la bienvenida al 2008 antes que cualquiera.

Dejo abierto el debate para que todos den sus opiniones sobre cuál es la mejor salida a esta crisis. No quiero creer, nuevamente, que la mejor vía de escape sea Ezeiza. ¿O es?

Bienvenidos a Buenos Aires, la ciudad de la furia. Un bendito infierno.